Domingo, 24 de Noviembre 2024
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Navarra Partido Popular Titulo: La escena de ETA. Texto: Desde tiempo inmemorial el teatro ha sido utilizado por el ser humano con propósitos diversos: a veces para cantar al amor, otras para mostrar el drama y en ocasiones para hacer reír. Por ello, por el buen fin que tiene el teatro para explicar cosas de la vida y también de la política, detrás de los ornamentos que acompañan al espectáculo, detrás de los diálogos más o menos sesudos o incluso detrás de las dramatizaciones más acusadas siempre ha habido mensajes relevantes dirigidos a la sociedad mostrando realidades crudas y duras. Así, lo cierto es que el pasado 17 de Octubre la sociedad española asistió a la última gran escenificación que nuestra democracia, ya no tan joven, nos ha regalado: la banda terrorista ETA levantó en San Sebastián, en el mismo lugar donde Francisco Franco holgaba en sus visitas veraniegas, el escenario de una obra creada por ellos y representada por otros, de manera consciente en alguno de los casos, con total probabilidad asumiendo el triste papel de tonto comparsa en el caso de muchos otros. En sus cincuenta años de actividad terrorista, ETA siempre ha planteado las mismas exigencias (defendidas en ponencias de distinto nombre) y un modelo de negociación tradicional con la propia banda dirigiendo las negociaciones sobre diversos aspectos agrupados en dos conjuntos principales: los referidos a la política por un lado, los referidos a lo militar por otro. Sin embargo ya en la anterior tregua, fidelísimamente bendecida por algunos y contundentemente rota por los de siempre, pudimos observar que algo había cambiado en la estrategia de negociación y engaño de los terroristas. Las declaraciones y comunicados de ETA emplazando a actores exclusivamente políticos a dialogar sobre cuestiones defendidas por ellos con la fuerza de las armas, hizo presagiar que en la banda habían elegido abrir un nuevo camino de artimañas para obtener sus anhelados objetivos. A aquello se le llamó conversaciones de Loyola. Con lo ocurrido el pasado lunes, la banda terrorista ETA avanzó un paso más. De manera ladina, situó en escena a unos actores siempre deseados pero que hasta este momento no se habían prestado a representar papel alguno, o al menos no con la intensidad pretendida por los terroristas. En primer lugar, la aparición de unos verificadores internacionales del supuesto desarme quiere evitar a ETA el abandono de las armas dentro de los cauces convencionales que se siguen en este tipo de casos. En segundo lugar, la mal llamada conferencia de paz intenta situar de manera definitiva el plano político en el lugar donde la banda asesina quiere: aparentemente lejos de sí misma y en aproximación directa hacia una sociedad y una opinión pública española que, a tenor de los últimos datos del CIS, perciben el terrorismo como un problema menor respecto de otros tiempos. En definitiva, se trata de camuflar tras comisiones internacionales la rendición incondicional y la disolución que tantas veces se le ha exigido, y llenar de ingenua bondad política e incluso estulticia la actitud de firmeza y fe en la democracia que ha conducido la vida de los españoles, también de los navarros, en todos estos años. De tal modo, hoy es el día en el que todos los ciudadanos de bien debemos recordar que la dignidad de las víctimas, el tesón de todos los que han luchado con la ley contra ETA (también los escoltas, no olvidemos) el arrojo de algunos pocos puñados de políticos valientes (especialmente en los años más duros del terror) y el empeño de toda la sociedad española han sido las que han obligado a los terroristas a buscar el subterfugio descrito antes para evitar mostrarse rendidos y humillados antes sus bases. Con todo, la segunda parte del artificio teatral puesto en marcha por la ETA entraña a partir de ahora enormes peligros para nuestro país y para nuestra querida Navarra. Más allá de que la anunciada intención de ETA de no volver a matar sea objetivamente algo bueno, debemos mantener la exigencia de su disolución y de la entrega de las armas. Debemos mantener la negativa ante cualquier intento de negociar cuestiones fundamentales de la identidad de nuestro País y de la Comunidad Foral. No podemos ceder ante las pretensiones de territorialidad, ante el cacareado derecho a decidir (siempre utilizado de manera capciosa) o ante el reconocimiento de ellos como parte afectada de un conflicto que no es tal y sobre el que ellos y únicamente ellos tienen la responsabilidad del daño causado. Por ello, desde Navarra toca liderar con fuerza, firmeza y convencimiento democrático la defensa del Estado de Derecho, de España y de nuestra propia identidad foral. Fdo.: Eloy Villanueva Cruz. Parlamentario Foral. Secretario General Partido Popular de Navarra