Domingo, 24 de Noviembre 2024
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España SINDICATOS Titulo: Federico Garcia Lorca. Texto: A:H.G. WELLS. Presidente del Pen Club Lodres Ignoro lugar hállase D. Federico García Lorca Firmado: Coronel Espinosa Gobernador de Granada. [i]Cuando llegue la luna llena Iré a Santiado de Cuba Iré a Santiago En un coche de agua negra Iré a Santiago Cantarán los techos de palmera. Iré a Santiago Cuando la palma quiere ser cigüeña[/i] Dedicamos la Agenda 2012 de Comisiones obreras de Madrid al poeta Miguel Hernández, en el centenario de su nacimiento en Orihuela. La previsión era dedicar la de 2011 a García Lorca, con motivo del 75 aniversario de su asesinato, entre Viznar y Alfacar, el 18 de Agosto de 1936. El fallecimiento de Marcelino Camacho nos llevó a convertir la Agenda 2011 en un reconocimiento y homenaje al primer Secretario General de Comisiones obreras. El trabajo, sin embargo, estaba hecho y parecía obligado que los trabajadores madrileños no perdiéramos la ocasión de rendir nuestro particular homenaje al poeta granadino que dedicó buena parte de su vida y de su obra al pueblo. El poeta español más popular del siglo XX. En Granada se agita la peor burguesía de España había declarado Federico en el diario El Sol y fue lo peor de aquella España de caciques, la que condujo la cuerda de detenidos, al barranco de Viznar para ser ejecutados. Junto al poeta, un maestro y dos banderilleros. Ser republicano, amigo del Frente Popular y homosexual, fueron suficientes motivos para que las autoridades militares franquistas decretasen la ejecución de García Lorca. Sin embargo, Lorca no era, ni mucho menos, en aquella España crispada, un hombre de secta. Nunca discriminó a las personas, en función de su adscripción política. Entre sus amigos figuraban personajes de todo calado, desde Alberti a Luis Rosales, desde Luis Buñuel a Salvador Dalí, desde Fernando de los Ríos a José Antonio Primo de Rivera, con quien presumía de cenar todos los viernes, por más que reconociera la inconveniencia de dejarse ver juntos. En una fosa común, aún no desvelada, yace el cadáver de Federico García Lorca. Entre Viznar y Alfacar. La aurora llega y nadie la recibe en su boca porque allí no hay mañana ni esperanza posible. Un hombre que traía consigo, a sus espaldas, todas las fronteras de España. Hijo de la burguesía granadina, mamó de su madre, maestra, todos los aires, los ritmos, los romanceros del pueblo. Se fraguó en el regeneracionismo que impregnaba la Residencia de Estudiantes, junto a Guillén, Dalí, Buñuel, Salinas, Alberti, Gerardo Diego, Dámaso Alonso. Esa cantera que tomó el relevo de los Unamuno, Machado, Galdós, Giner de los Ríos, Juan Ramón Jiménez, Valle Inclán y lo desembocó en el surrealismo europeísta de la generación del 27. Todos ellos convivían en el Madrid convulso que alumbró una República como última oportunidad de dar salida a los males seculares de España. El caciquismo, el problema de la tierra. La cuestión religiosa, o la militar. Los nacionalismos, o la cuestión social. Males que el golpe militar del 36 sepultó sin resolver y que aún nos atenazan. Federico, esponjado de pueblo, en su Romancero Gitano, empapado de pueblo en Nueva York o La Habana. Capaz de convertir el surrealismo en una puerta de lanza de la música y las formas tradicionales. La aurora de Nueva York tiene cuatro columnas de cieno y un huracán de negras palomas que chapotean las aguas podridas. García Lorca que se acerca y se aleja de Miguel Hernández. El señorito que juega con la música y el ritmo poético del pueblo. Un hijo del pueblo que labra las palabras, con tremendo esfuerzo, sin descanso. Una historia que termina reconciliada con las palabras de la Elegía primera, (a Federico García Lorca, poeta) donde, tal vez presintiendo, sin saberlo, su propia muerte, Miguel le dedica palabas como éstas: Muere un poeta y la creación se siente herida y moribunda en las entrañas. Un cósmico temblor de escalofríos mueve terriblemente las montañas, un resplandor de muerte la matriz de los ríos. Federico García Lorca, entregado con pasión al proyecto de La Barraca, impulsado por su amigo y maestro Fernando de los Ríos, Ministro de Instrucción Pública. Recorriendo pueblos de la España profunda representando el teatro clásico del Siglo de Oro. Ese pulso teatral que le condujo a escribir La Zapatera prodigiosa, Mariana Pineda, El público, Bodas de Sangre, Yerma, Doña Rosita la soltera, o La Casa de Bernarda Alba. Lorca, que reconciliaba las Españas de acá y de más allá del océano. Si sólo hubiera sido homosexual hubiera sufrido palizas, exilio, insultos. Si sólo hubiera sido republicano, frente populista, hubiera pagado con cárcel, humillaciones, y más exilio, sus tremendos crímenes. Si sólo hubiera sido poeta y dramaturgo, hubiera visto arder sus libros y padecido la censura. Si murió fusilado, entre Viznar y Alcafar es porque era todo eso y mucho más. Todo cuanto la España irredenta y golpista, que se alzó en armas el 17 de julio de 1936, quería ver enterrado para siempre. Un calvario que Lorca intuye en la muerte de su amigo Ignacio Sánchez Mejías Por las gradas sube Ignacio con toda su muerte a cuestas. Buscaba el amanecer y el amanecer no era. Buscaba su perfil seguro y el sueño lo desorienta. Buscaba su hermoso cuerpo y encontró su sangre abierta. ¡No me digáis que la vea!. Aún en este trance de muerte, vuelve Miguel, a rescatarlo: Primo de las manzanas, no podrá con tu savia la carcoma, no podrá con tu muerte la lengua del gusano, y para dar salud fiera a su poma elegirá tus huesos el manzano. Y en su juego de infancia Lorca podría haber contestado entre risas: Mariposa del aire qué hermosa eres Mariposa del aire dorada verde. Luz de candil, mariposa del aire, ¡quédate ahí, ahí, ahí!…. Federico García Lorca no nació como uno de los nuestros, pero nos eligió como protagonista de su vida y de su obra. En esa elección selló su destino y se convirtió en uno de los mejores de entre nosotros. Francisco Javier López Martín Secretario General de Comisiones obreras de Madrid.