Domingo, 24 de Noviembre 2024
Cabo de Gata Center. Hostal Diego's
España Partido Popular Titulo: Noche de Reyes. Texto: A pesar de los importantes avatares políticos, me apetece dedicar mi artículo semanal al día que celebramos ayer. En la mayoría de los hogares de nuestro país, se reunió la familia para abrir los regalos más deseados, para disfrutar de unos momentos únicos y mágicos con la alegría por el acierto de la sorpresa, para desayunar el tradicional Rosco de Reyes. Mi casa no fue una excepción. A mí me gusta el rosco relleno de cabello de ángel. A mis hijos, el que no tiene nada. Nosotros, como de niños, seguimos escribiendo carta y esperando al día seis de enero por la mañana para conocer nuestro grado de bondad y merecimiento, sin apuntarnos a la moda de importar otras fechas para regalar. Me daría pena de que poco a poco se vayan perdiendo tradiciones que conforman parte de nuestra identidad. Nos levantamos temprano y vamos juntos al salón para disfrutar de ese instante irrepetible. No hemos debido portarnos demasiado mal porque nuestras expectativas se han cubierto satisfactoriamente, aunque también es verdad que no habíamos exagerado las peticiones. Así que agradecidos y contentos. Es curioso, pero desde que tengo recuerdos mi rey mago favorito ha sido siempre Gaspar, continúa siéndolo y nunca me ha decepcionado. De niña estaba absolutamente convencida de que era el más generoso porque sabía hacer la magia necesaria para esa noche de intenso trabajo, mejor que los demás. Lo consideraba capaz de todo, de adivinar hasta mis más pequeños anhelos, de entrar en el corazón de los niños, de conocer los infinitos secretos infantiles. Le hablaba y, desde luego, Gaspar me oía cariñoso y solícito. Era mi noche preferida, la de más nervios, la del insomnio, la que quería que pasara muy pronto. Al despertarme me sentía en el país de los cuentos y me complacía ver a mi madre especialmente feliz, sonriendo satisfecha. Son vivencias imborrables, maravillosas, que proporcionaron un enorme encanto a mi niñez y que han marcado en mi personalidad adulta determinadas opiniones y preferencias. Nada es por azar. Tampoco lo es que me guste tanto la Navidad, que me implique en participar, que trabaje por una cabalgata espectacular o que haya respetado esta costumbre nuestra que otros prefieren ignorar o atenuar. Yo le concedo importancia al día de Reyes. Y sinceramente creo que la tiene. Se basa en un relato histórico. Los tres Reyes magos, astrónomos o filósofos que buscaron y encontraron el Portal de Belén, llevaron a Jesús unos simbólicos presentes: oro como rey, incienso como dios y mirra como hombre. Es bonito pensar que al transmitir esta tradición de padres a hijos, se enseña un mensaje espiritual a la vez que damos y recibimos los regalos. Es una referencia más a la conmemoración de la Navidad, hecho que con demasiada frecuencia se olvida. Pero con la misma intensidad que me gustan los Reyes, me preocupa que quizás muchas familias en nuestro país no hayan podido celebrar el encantamiento del día más extraordinario. Que no hayan podido jugar con los regalos de sus hijos o que no hayan podido volverse niños durante esas horas en las que cada año todos soñamos que las apariencias son realidad. Me duele que la escasez económica maltrate a los más pequeños robándoles su mejor momento, su mejor experiencia. La más inocente. La más bonita. Mantengo la esperanza en que, de una u otra forma, la ilusión se abriera paso con fuerza para penetrar en cada hogar; para llevarle a los niños en pijama, sus paquetes envueltos en papel de mil colores; para que el desayuno compartido fuese tan exquisito y entrañable como siempre. Mantengo la esperanza de que la magia de los Reyes, y más aún la de Gaspar, haya vencido a la crudeza diaria, a la pobreza, a las preocupaciones, a la pena. Deseo de todo corazón no equivocarme. Se lo pedí al Rey Gaspar y él no se permite fallar.