Domingo, 24 de Noviembre 2024
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España UPEyDE Titulo: Lo que no puede ser, no puede ser. Texto: Cuando la peseta existía en España y había un tipo de cambio fijado para la misma en relación normalmente al dólar, la regla de oro a cargo de la autoridad gubernamental competente en su modificación (normalmente una devaluación de la moneda nacional) era siempre negar esa decisión y adoptarla un fin de semana. Hoy, salvando las distancias, la cosa es parecida: en este caso, la cosa es afirmar rotundamente que el objetivo de déficit público para fin de este año, el 4.4 por ciento del PIB, se va a lograr, caiga quien caiga. Y hay que decir que si se logra, caerá mucha gente. Primera consideración: esa afirmación es cada vez menos creíble. Incluso en el propio Gobierno y entre los dos primeros actores en el tema. En esa discrepancia, uno tiene la sospecha que el tiempo dará la razón a Montoro frente al ejercicio voluntarista, seguramente necesario como en el caso de las devaluaciones, de su colega de Economía. Una voz como la del Fondo Monetario Internacional ha expresado hace un par de días no ya sus dudas, sino su certeza de que ese objetivo no se va alcanzar, previendo un déficit para este año del 6.8 por ciento y del 6.3 para 2014. La lógica de esas previsiones, que son eso, previsiones, resulta aplastante. Para ese organismo nuestro PIB decrecerá este año el 1.7 por ciento y el 0.3 el siguiente. Recordemos que la previsión y objetivo de déficit para esos años está en 4.4 y 3 por ciento pero basados en un crecimiento del PIB de 2.3 por ciento para 2012 y una cifra superior en 2013. Absolutamente inalcanzables, desmontan esas previsiones de déficits. Conviene recordar que estas nuevas previsiones de recesión (otras previsiones señalan para este año una caída del PIB del orden del 2 por ciento o más) son en parte efecto lógico de la política contractiva de los últimos años. Pretender, como todavía se afirma, alcanzar ese déficit previsto exige un recorte del orden de cuarenta mil millones de euros, principalmente a cargo del gasto. Este ajuste de caballo traería un menor crecimiento del PIB y un correlativo aumento del paro que podría alcanzar los seis millones con el consiguiente aumento de la pobreza, la marginación y conflictos sociales cada vez más agudos. Los ingresos presupuestarios y empresariales crecerían por debajo de lo programado y sin ingresos no se pueden pagar las deudas. Hay el peligro claro de entrar en un círculo vicioso, en la misma espiral en la que Grecia lleva ya cerca de cinco años sin perspectivas claras de mejora a la vista demostrando que sólo medicina de ajuste no sirve. De eso son cada vez más conscientes los prestamistas y las agencias de calificación y algo de eso parece apuntar la directora del FMI con sus declaraciones de anteayer poniendo en duda la solvencia de Italia y España. Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible. Ese objetivo de déficit es inalcanzable al menos con costes soportables. Lo adecuado es reconocerlo, renegociarlo y desde luego aplicar los imprescindibles recortes presupuestarios, sobre todo en el ámbito autonómico, así como llevar a cabo esas siempre mentadas reformas. Y pedir a Alemania y a la UE políticas expansivas. Pero para todo eso como primera condición hace falta un gobierno serio, responsable, con mensajes nítidos y que inspire confianza. ¿Lo hay?