Sabado, 23 de Noviembre 2024
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España UPEyDE Titulo: PP y PSOE vigilan las cuentas de PSOE y PP. Texto: Si para algo están sirviendo los últimos escándalos de corrupción, es para que salgan a la luz los graves problemas de opacidad de la política española, que Unión Progreso y Democracia lleva años denunciando. El Tribunal Supremo ha criticado la politización del Tribunal de Cuentas, que es el órgano que debería vigilar los ingresos y gastos de los partidos políticos. Es decir, estos partidos controlan a la institución que debería controlarlos a ellos. La noticia, publicada por el diario El País, se acompaña de un gráfico en el que, junto al nombre de cada miembro del pleno, se acompaña el logo del partido que lo propuso. Este gráfico, tan habitual cuando se habla de todo tipo de instituciones (incluido el Supremo) es el símbolo de lo que hay que erradicar. No es que en España no haya órganos reguladores y supervisores. Por supuesto que los hay. Lo que ocurre es que están, bien politizados, o bien infradotados, o bien, como en el caso del Tribunal de Cuentas, ambas cosas. El último ejercicio sobre el que ha podido informar es el de 2007. Con semejante retraso, las irregularidades, si llegan a salir a la luz, pueden haber prescrito, y los responsables políticos pueden haber pasado a otras actividades al margen de los partidos o (lo que es peor) haber ascendido a más altas posiciones. Entre la gran cantidad de escándalos relacionados con las finanzas de los partidos, ¿cuántos proceden de descubrimientos del Tribunal de Cuentas? De hecho, la sección que se encarga de auditar a las formaciones, tiene un diseño distinto de las que se encargan de las administraciones o de la seguridad social. Y están supervisadas por dos vocales: uno del PP y uno del PSOE. Existía una lógica detrás de esto: se explicaba a los ciudadanos que al estar PP y PSOE (además de otros partidos) involucrados en la supervisión de las cuentas, se vigilarían mutuamente y todo saldría a la luz. La situación actual ha dejado patente que los partidos tradicionales tienen muchos intereses en común y muchos pactos tácitos. El acuerdo más bien ha sido el contrario: yo callo sobre lo tuyo y tú callas sobre lo mío. Como suele ocurrir, las situaciones se vuelven grotescas cuando se desciende en la administración del Estado. Las Cámaras de Cuentas autonómicas están igual o aún más politizadas. Pero es que en algunos casos, como en el de Madrid, los partidos tradicionales parecen haber perdido la vergüenza. UPyD acaba de denunciar en los tribunales que el nombramiento de Arturo Canalda como presidente de la Cámara de Cuentas de Madrid no cumple ninguno de los requisitos legalmente establecidos: ni es funcionario de carrera, ni ha ejercido durante diez años como economista o abogado. El resto de los miembros elegidos por el habitual sistema de cuotas, recuerdan a los consejeros de Bankia: personas sin ninguna experiencia ni conocimiento de la labor que van a desarrollar. Es evidente qué se puede esperar de ellos. Ayer mismo, un exvocal del Consejo General del Poder Judicial denunciaba la partidización del órgano de gobierno de los jueces, ilustrándolo con anécdotas que, pese a lo chusco, no dejan de ser perfectamente previsibles: los dos bandos llamando a los suyos para preparar su estrategia sobre un asunto concreto. Es absurdo esperar que de esta división política emerja el interés general. En su Manifiesto por la Regeneración de la Democracia y la Refundación del Estado, UPyD pedía acabar con esta situación inaceptable de la justicia y de los órganos supervisores. Y para ello no hacen falta grandes pactos tanto como voluntad política.