Domingo, 24 de Noviembre 2024
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España IA Titulo: Rajoy encadenado: una comparecencia en falso. Texto: La presencia del presidente del Gobierno ha respondido en general a las expectativas: ha asumido lo obvio, es decir el error de mantener y nombrar tesorero a un presunto delincuente, pero no lo esencial, la trama de cohechos y sobornos en la financiación del principal partido del país, de la que ha formado parte por acción u omisión el actual presidente del Gobierno. En cuanto a lo obvio la asunción del error en el nombramiento y en la vigilancia del nombrado, eso no ha llevado al presidente del Gobierno a concluir de ello ninguna responsabilidad, como si la estabilidad y la confianza que tanto se reclama, pudiera lograrse con tal grado de pasividad o connivencia también en el seno del Gobierno y sus altos cargos. Tan sólo por ello el Presidente no es fiable y debería dimitir. Sin embargo es lo esencial, lo omitido, lo que más importa. La trama de financiación ilegal del PP que no sólo está siendo investigada por la Audiencia Nacional, sino que es creíble para la inmensa mayoría de los ciudadanos, incluidos los votantes conservadores. Podríamos decir que el Presidente y su Gobierno tenían el reto de desmontar esta convicción popular y que no sólo no lo han logrado, sino que ni siquiera lo han intentado, refugiándose tras la presunción de inocencia y remitiendo la responsabilidad política a una sentencia judicial de condena en firme. Uno tiene la impresión de que el presidente del Gobierno ha copiado al jefe del Estado en su petición de perdón por lo obvio- la cacería de elefantes- pero atribuyendo a un advenedizo-otro-sin escrúpulos lo esencial: la utilización del nombre de la familia real- Partido Popular como la llave de un fondo de comercio ilegal con las administraciones públicas- empresas constructoras. Una comparecencia fallida en definitiva, llena de silencios y mentiras, que se cierra en falso a la espera del proceso judicial en la esperanza de la nulidad o la prescripción. Un cierre en falso que se infectará con cada nueva noticia, manteniendo abierta la herida y la náusea de la corrupción, así como de la crisis de confianza y la inestabilidad política, por mucho que el Gobierno se esfuerce en achacársela a los medios de comunicación y a la oposición. Porque los esfuerzos inútiles además provocan melancolía.