Domingo, 24 de Noviembre 2024
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España IA Titulo: Tomar el Estado. Texto: En una de sus confesiones más famosas, poco antes de pegarse un tiro en la cabeza, Mariano José de Larra afirmó que escribir en Madrid era llorar. La frase extendió después su vuelo y cambió con naturalidad sus dimensiones geográficas porque la gente identificó Madrid con la corte, es decir, con los rumbos generales de la política Española. Empezamos así a repetir que escribir en España es llorar. Como Larra fue un ejemplo de escritor público, comprometido con los males de la sociedad, no me reprochará que cambie un poco la frase. Ser ciudadano en España es llorar. Llorar de vergüenza. Es tanta la vergüenza con la que convivimos cada día que, para secarse las lágrimas, no basta con comprar todos los pañuelos de papel que venden los mendigos en los semáforos de las ciudades españolas. Quiero decir que no basta con quejarse. Hay que pasar al ataque político. Hay que tomar el Estado. Aunque la cultura neoliberal intente desacreditar la importancia del Estado, el tejido legal público sigue manteniendo un peso decisivo a la hora de regular la convivencia. Sin un Estado vergonzoso, los ciudadanos no pasaríamos tanta vergüenza cuando se habla del paro, la religión, la vivienda y el régimen bipartidista que sufrimos. Es para llorar de vergüenza que una vicepresidenta del Gobierno se permita denunciar a 520.000 desempleados por cometer fraude con el subsidio. Lo de menos es la mentira de la cifra. Lo demás es otra cosa: el verdadero fraude que debilita la fiscalidad española tiene que ver con los impuesto de las grandes empresas. Una legislación vergonzosa permite por mil caminos la ingeniería del no pago. Y, por si faltaba algo, los inspectores de hacienda tienen una tradicional obligación de cerrar los ojos ante el fraude de los poderosos. Se facilita hasta el blanqueo del dinero defraudado. Aquí sólo se vigila al sector medio de los autónomos y a los asalariados. Ahora se criminaliza también a los españoles que, por culpa de unos gobiernos sumisos a la especulación y las instituciones financieras, sufren el paro. Es para llorar.