Sabado, 23 de Noviembre 2024
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España AMNISTIA INTERNACIONAL Titulo: Personas refugiadas y migrantes huyen de la violencia sexual, los abusos y la explotación en Libia. Texto: Los atroces relatos de violencia sexual, homicidios, tortura y persecución religiosa recopilados por Amnistía Internacional revelan la escalofriante gama de abusos que se cometen a lo largo de las rutas de tráfico de personas que se dirigen a Libia o la atraviesan. La organización ha hablado con al menos 90 personas refugiadas y migrantes en centros de acogida de Puglia y Sicilia, que habían hecho la travesía del Mediterráneo desde Libia hasta el sur de Italia en los últimos meses y habían sufrido abusos a manos de traficantes de personas, tratantes de seres humanos, bandas de delincuencia organizada y grupos armados. Desde secuestros, encarcelamientos subterráneos durante meses y abusos sexuales a manos de miembros de grupos armados, hasta palizas, explotación o disparos a manos de traficantes de personas, tratantes de seres humanos o bandas delictivas, las personas refugiadas y migrantes han descrito con espeluznantes detalles los horrores que tuvieron que soportar en Libia, ha manifestado Magdalena Mughrabi, directora adjunta del Programa para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional. Sus experiencias trazan una aterradora imagen de las condiciones de las que muchos de quienes vienen a Europa quieren desesperadamente escapar.Cientos de miles de personas refugiadas y migrantes –en su mayoría del África subsahariana– viajan a Libia para huir de la guerra, la persecución o la pobreza extrema, a menudo con la esperanza de asentarse en Europa. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) calcula que, en la actualidad, hay más de 264.000 personas migrantes y refugiadas en Libia. Según el ACNUR, hay registrados unos 37.500 refugiados y solicitantes de asilo, la mitad de ellos sirios. Nadie debería tener que sufrir secuestro, tortura y violación en Libia para pedir protección. La comunidad internacional debería estar esforzándose al máximo por garantizar que, para empezar, las personas refugiadas no necesitan huir a Libia. La UE y, de hecho, los gobiernos de todo el mundo deberían incrementar enormemente el número de plazas de reasentamiento y visados humanitarios para personas refugiadas vulnerables que se enfrentan a graves penurias y tienen pocas perspectivas en los países vecinos a los que huyeron en primer lugar, ha manifestado Magdalena Mughrabi. Pese a la formación de un gobierno de unidad nacional respaldado por la ONU, los combates continúan en algunas zonas de Libia, como Bengasi, Derna y Sirte. Las autoridades libias deben tomar medidas urgentes para restaurar el Estado de derecho y proteger los derechos de las personas refugiadas y migrantes. El gobierno de unidad nacional respaldado internacionalmente se ha comprometido a respetar y defender los derechos humanos, y tiene el deber de hacer rendir cuentas a los responsables de estos abominables crímenes. En la situación de anarquía y violencia que sigue azotando el país, se ha establecido un lucrativo negocio de tráfico de personas a lo largo de las rutas que van desde el sur de Libia hasta la costa mediterránea en el norte, desde donde parten las embarcaciones con rumbo a Europa. Al menos 20 de las personas con las que habló Amnistía Internacional describieron también abusos sufridos a manos de la guardia costera libia y en los centros de inmigración de dentro del país. Amnistía Internacional habló con personas refugiadas y migrantes que describieron los abusos que habían sufrido en cada etapa del viaje, desde su llegada a Libia hasta alcanzar la costa marítima del norte. Otras habían vivido en Libia durante años, pero querían escapar a causa del acoso o los abusos de las bandas locales, la policía o los grupos armados. Amnistía Internacional documentó los abusos perpetrados por traficantes, tratantes y grupos armados en Libia en su informe de 2015 Libya is full of Cruelty. Los testimonios más recientes muestran que, un año después, las personas refugiadas y migrantes siguen sometidas a unos abusos atroces. Horrores a lo largo del viaje La mayoría de las personas con las que Amnistía Internacional habló declararon haber sido víctimas de trata de seres humanos. En cuanto entraban en Libia, eran capturadas por traficantes o vendidas a bandas delictivas. Varias describieron cómo las habían golpeado, violado, torturado o explotado quienes las mantenían cautivas. Algunas presenciaron cómo los traficantes mataban a gente a tiros, y otras vieron cómo se dejaba morir a gente a consecuencia de enfermedades o malos tratos. Cuando [llegas a] Libia es cuando empieza la lucha. Es entonces cuando empiezan a golpearte, manifestó Ahmed, joven de 18 años procedente de Somalia que describió su terrible viaje a través del desierto desde Sudán hasta Libia en noviembre de 2015. Según dijo, los traficantes los castigaban negándoles el agua, e incluso les dispararon cuando suplicaron agua para un grupo de sirios que viajaban con ellos y que se morían de sed.