Lo bueno de la primera semana
Los anuncios de algunos de los líderes del mundo para catalizar la acción climática entre los que destacan:
La Declaración de Líderes sobre Bosques y Uso de Suelo (representando más el 85% de los bosques del mundo) para reducir y revertir la pérdida de biodiversidad y la degradación de ecosistemas a 2030, con la declaración respectiva de recursos que la respaldan.
El anuncio del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de dedicar alrededor de U$ 9 mil millones de recursos del sector público para la financiación de los bosques a 2030.
El desarrollo de acuerdos entre países, como el de Costa Rica, Ecuador, Panamá y Colombia para el fortalecimiento de estrategias de conservación en el corredor marino del Pacífico Este Tropical.
Destinar recursos para pueblos indígenas y comunidades locales en reconocimiento a su importante rol en la acción climática.
El lanzamiento del Compromiso Mundial sobre el Metano. Más de 100 países se comprometieron colectivamente a reducir las emisiones mundiales de metano en un 30% para 2030.
La Declaración sobre el Apoyo Público Internacional a la Transición Energética Limpia, en la que 20 países firmantes (entre ellos Estados Unidos, Canadá, Italia y la Comisión Europea), se comprometen a poner fin a la financiación pública internacional directa de todos los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) para el año 2022.
Lo malo de la primera semana
La ausencia en la cumbre de líderes (China, Rusia, Brasil y México).
No haber avanzado en el cumplimiento de la meta de financiamiento de los 100 mil millones de dólares anuales de 2020, que se prometió en 2009 en Copenhague y figura en el Acuerdo de París de 2015. En 2019, el último año del que se dispone de datos, solo se aportaron unos 80 mil millones de dólares. Los nuevos datos sugieren que es probable que no se haya cumplido el objetivo en 2020 y que tampoco se alcance en 2021 y 2022.
Los anuncios, que son buenas intenciones, pero para ser creíbles falta que se incluyan en los planes. Por ejemplo, incrementar la ambición de las NDC e incluir en ellas los compromisos de eliminación del carbón.
La logística, las filas de entrada, la falta de distanciamiento social. Sin embargo, hay que reconocer que no es fácil, es una COP en circunstancias excepcionales
Los protagonistas
¡La Naturaleza! El vínculo de la crisis climática y la biodiversidad ha estado presente en varios anuncios. En WWF, también encontramos señales alentadoras que indican que las soluciones basadas en la naturaleza toman cada vez más fuerza en el marco de los compromisos climáticos de los países. Así lo señala nuestro informe “NDCs a force for nature”
Los jóvenes que, como ya es costumbre, demandan con fuerza que pasemos del discurso a la acción.
La neutralidad de carbono a 2050, con anuncios de muchos países con esta meta. Casi el 90% de las emisiones mundiales y más del 90% del PIB mundial están ahora cubiertos por compromisos de neutralidad o de emisiones cero netas de carbono a mediados de siglo, cuando a finales de 2019 era sólo el 30 % del PIB mundial. Sin embargo, otros países como China o India anunciaron que llegarán a ese punto en 2060 o 2070, por lo que se necesita mayor compromiso de algunos países y respaldar promesas de largo plazo con acciones concretas a corto plazo que se reflejen en los NDCs a 2030.
Lo que pasó de refilón
Los avances en las negociaciones formales. Hubo mucha atención en los líderes y los anuncios y poca en lo que está sobre la mesa de negociación.
La adaptación, pues los líderes destacaron la necesidad de que todos los países amplíen urgentemente las medidas de adaptación al cambio climático, pero sin anuncios o compromisos concretos al respecto.
¿Qué esperar en esta semana?
Esta semana nuestros ojos estarán en las negociaciones. Presentamos lo que consideramos un escenario positivo y uno negativo.
Un escenario positivo sería:
Tener señales claras de cómo y cuándo se va a abordar la brecha de emisiones que debe cerrarse en esta década para alinearnos con lo que indica la ciencia (que las emisiones que generemos no conlleven sobrepasar un aumento de temperatura global de 1,5 grados centígrados de aquí a que el siglo termine), así como las necesidades de financiamiento y muestras contundentes de la solidaridad del mundo para abordar la adaptación, pérdidas y daños por los impactos del cambio climático. Se debe tener claridad sobre los mecanismos de revisión de los compromisos climáticos para 2030 y el rol de los actores no estatales y sectoriales. Esto se materializa en lo que se llama “cover decision” o decisión de la COP, donde deberemos revisar cuáles de estos elementos están y cuáles no, para darnos una idea del resultado de las negociaciones.
Tener un paquete de decisiones que acelere el cierre de brecha de emisiones y discusiones ambiciosas para una nueva meta de financiamiento posterior a 2025, que fortalezca los compromisos en adaptación y pérdidas y daños, un reposicionamiento de la meta global de adaptación (que busca incrementar la habilidad para adaptarse a los impactos adversos del cambio climático), y una negociación en materia de mecanismos de mercado (artículo 6), que tenga en primer plano la integridad ambiental. Un paquete ambicioso necesariamente debe integrar el rol de la naturaleza en la agenda climática.
Un reconocimiento formal sobre el rol de la naturaleza en la adaptación y mitigación para el logro de los objetivos del Acuerdo de Paris y la meta de mantener la temperatura global del planeta por debajo de 1, 5°C y el fortalecimiento de los planes climáticos nacionales.
Crear un proceso para la incorporación del tema de océanos en el régimen de UNFCCC, manteniendo un diálogo para fortalecer la mitigación y adaptación y la coordinación con los planes nacionales de océanos.
Un mal escenario podría describirse como:
Falta de solidaridad y acuerdo en materia de financiamiento, aunado a que las condiciones logísticas y de la pandemia impidan la participación efectiva de las Partes, así como la negación de la evidencia científica y el desconocimiento de la urgencia de actuar, lo que a su vez derive en la imposibilidad de llegar a decisiones que permitan incrementar la ambición y, por lo tanto, que se mine la integridad del Acuerdo de París. Esto dejaría un escenario de baja confianza y desesperanza para abordar la crisis de acción climática.
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