Domingo, 24 de Noviembre 2024
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España SINDICATOS Titulo: Nuestra economía, en estado crítico a causa de las políticas económicas de ajuste. Texto: Los datos de Contabilidad Nacional, relativos al tercer trimestre de año, son un indicativo más de la preocupante y grave situación de la economía española. La paralización de la actividad (todas las ramas de actividad presentan peores datos que en el trimestre anterior) viene acompañada de una caída del empleo (se redujeron 327 mil empleos a tiempo completo) una caída de las remuneraciones salariales y, en contraste, por un aumento de los beneficios empresariales. UGT culpa de esta situación a la política económica neoliberal que impera en Europa (el parón económico afecta a los principales países de la zona euro); y a la inoperancia del BCE, incapaz de frenar los ataques al euro y de proteger a las economías de los estados miembros frente a los especuladores. Asimismo, considera que, en nuestro país, la retirada de los estímulos económicos y la obsesión por los ajustes y el déficit público están lastrando nuestra economía. Por ello, reclama un cambio de prioridades para salir de la crisis y que se establezcan políticas que antepongan la actividad, el empleo y la protección del Estado de Bienestar Social. Es decir, políticas que antepongan al ciudadano frente a los intereses especulativos de los mercados y entidades financieras. Según los últimos datos publicados hoy por el Instituto Nacional de Estadística (INE), relativos a la Contabilidad Nacional Trimestral, la economía española registró en el tercer trimestre del año 2011 un crecimiento interanual del 0,8%, tasa de variación que coincide con la registrada para el segundo trimestre del año. Hay que tener en cuenta que el INE ha procedido a un cambio de base por lo que algunos resultados se han visto modificados, como por ejemplo el dato de crecimiento del segundo trimestre de 2011, que ha pasado del 0,7% al 0,8% con la nueva base. En lo que respecta al crecimiento trimestral, la variación se ha situado en 0,0%, dos décimas por debajo de la registrada en el trimestre anterior. Con relación a nuestro entorno, tanto en la Unión Europea-27 como en la Zona Euro se ha moderado el crecimiento interanual, al pasar del 1,7% al 1,4% el primero, y del 1,6% al 1,4% el segundo. En cualquier caso, las tasas de crecimiento que se registran a nivel europeo son mayores que las que se estiman para nuestra economía. Centrándonos en España, la contribución negativa de la demanda nacional al PIB se modera en cinco décimas hasta situarse en -1,2 puntos. Por su parte, la demanda externa reduce su aportación positiva al PIB, al pasar de sumar 2,5 puntos a hacerlo en 2 puntos. Una mayor desagregación de los datos nos permite observar que la demanda nacional presenta una evolución menos negativa que en el segundo trimestre, reduciéndose su crecimiento negativo en cinco puntos, gracias al comportamiento más favorable del gasto en consumo de los hogares, que mejora siete décimas su crecimiento. Por su parte, el gasto de las Administraciones Públicas continúa intensificando su caída al registrar una caída del 2,3% frente al descenso del 1,7% del segundo trimestre, provocada tanto por la caída de la remuneración de los asalariados como especialmente por el descenso de las compras de bienes y servicios que llevan a cabo las Administraciones. En lo que respecta a la formación bruta de capital fijo, se suaviza la caída un punto y tres décimas hasta situarse en el -4,2%. Como se ha comentado anteriormente, la demanda exterior neta redujo su contribución al crecimiento, fruto de la desaceleración de las exportaciones y del ligero incremento de las importaciones. Así, las exportaciones suavizan su crecimiento (del 8,7% al 8,1%) como consecuencia de la desaceleración económica de los países europeos, mientras que las importaciones vuelven a tasas positivas pasando de caer un 0,7% a crecer un 0,8%. Si analizamos el PIB desde el lado de la oferta, observamos un repunte de la actividad industrial, que pasa de crecer un 2,4% a un 3,1%, una menor caída de la construcción, que registra una caída del 2,9% frente a descenso del 3,1% del segundo trimestre, y una moderación en el crecimiento del sector servicios, que crece una décima menos que el trimestre anterior. Por último, las ramas primarias se sitúan dos décimas por debajo del trimestre anterior, situándose su variación en el 0%. En lo que respecta al empleo, medido en términos de puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo, acentúa su caída en ocho décimas, hasta situarse en el -1,9%. En términos absolutos, esta caída de la ocupación supone una reducción de casi 327 mil empleos. Cabe señalar, además, que todas las ramas de actividad presentan peores datos que en trimestre anterior, encabezando la construcción las caídas (-13,8%). Por último, en la distribución primaria de las rentas comprobamos que la remuneración a los asalariados intensificó su caída, pasando de un -0,5% a un -1,2%, mientras que los excedentes brutos de explotación y las rentas mixtas tuvieron un crecimiento del 5,6%, dos puntos y medio por debajo del trimestre anterior. Por su parte, el coste laboral por unidad de producto (CLU) disminuyó un 2,1%, situándose más de tres puntos y medio por debajo del deflactor implícito del PIB. CONCLUSIONES Los últimos datos relativos a la Contabilidad Nacional, publicados hoy por el INE, dan una nueva muestra de la debilidad por la que atraviesa la economía española, al mostrar el estancamiento de la actividad en el último trimestre (crecimiento del 0% frente al aumento del 0,2% que se registró en el segundo trimestre del año) y un escaso avance si lo comparamos con los datos del tercer trimestre del año 2010 (0,8%, la misma variación que la experimentada en el segundo trimestre del año). El escenario que se nos presenta es, por lo tanto, extremadamente grave, más si tenemos en cuenta que una paralización de la actividad como la que actualmente sufrimos es no sólo incompatible con la más mínima generación de empleo, sino que sigue provocando, tal y como vuelven a reflejar los datos del tercer trimestre, una continua destrucción de empleo (en el tercer trimestre la ocupación medida en términos de Contabilidad Nacional ha caído un 1,9%). A los evidentes problemas internos habría que sumar el previsible parón económico que afecta a los principales países de la zona euro que, según la Comisión Europea, verá desacelerar sus economías en el año 2012 (así, el crecimiento en Alemania se moderará desde el 2,9% este año hasta el 0,8%; Francia pasará del 1,6% al 0,6%; Italia registrará un leve crecimiento del 0,5% este año para descender hasta el 0,1% el año próximo; y, Reino Unido se estancará en el 0,7% este año y 0,6% en 2012). Éstas son las consecuencias de los programas de ajustes y recortes llevados a cabo de forma conjunta, y consagrados en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento y en el Pacto por el Euro Plus, en una zona económicamente dependiente como la europea. Hay que tener en cuenta, en línea que estas últimas previsiones, que las consecuencias del estancamiento europeo pueden ser tremendamente perjudiciales para un país como España, que desde que comenzó la crisis basa su economía en las aportaciones positivas que viene realizando el sector exterior, sin el cual, las caídas de la actividad hubieran sido de mayor intensidad, lo que habría provocado una mayor, si cabe, destrucción de empleo. Ya en el tercer trimestre se aprecia una menor contribución de la demanda externa (que reduce su contribución al crecimiento en medio punto hasta situarse en el tercer trimestre en 2 puntos), que podría verse reducida aún más de confirmase las previsiones para el año 2012. Resulta sorprendente que según pasan los meses y la situación se vuelve más crítica, no se produzca una reorientación de la política económica de la zona euro. Más bien al contrario, en los últimos meses estamos asistiendo a un anquilosando de medidas neoliberales, vía reformas constitucionales de limitación del déficit público, asentadas en falsas evidencias que pretenden hacer pasar por verdaderas a base de su repetición. Todas estas actuaciones de corte liberal, que paradójicamente se encuentran en el origen de la crisis, pretenden acabar con los márgenes que tienen los Estados para actuar vía políticas fiscales, evitando la implementación de las medidas de estímulo a la actividad económica que tanto necesita Europa. A esta situación, habría que sumar la inoperancia que está mostrando el Banco Central Europeo (BCE), que lejos de llevar a cabo una política monetaria encaminada a la recuperación económica y del empleo (tal y como contemplan en sus estatutos otras instituciones análogas, como la Reserva Federal de Estado Unidos) se obceca en el mantenimiento de la estabilidad de precios (objetivo único que, por otra parte, es incapaz de cumplir, y que habría que revisar). El último ejemplo de falta de liderazgo del BCE la encontramos en la mañana de ayer martes, cuando España se vio obligada a subir los niveles de rentabilidad de las letras a 12 y 18 meses a máximos que no se daban desde la creación del euro. Resulta extremadamente preocupante que la institución encargada de velar por el euro y por los países que conforman la zona euro, no se muestre firme y defienda a las economías que se están viendo atacadas por los especuladores. Se hecha en falta, por lo tanto, un mayor despliegue de medios ya que instrumentos posee para ello, además de los podría llegar a obtener (en forma de eurobonos) si la voluntad política fuese en esa dirección. Pero no toda la responsabilidad recae en las instituciones europeas. La evolución de la actividad económica en el último año da muestra de a donde conduce la prematura retirada de los estímulos económicos y la obsesión por los ajustes y el déficit público: al estancamiento económico y a la destrucción de empleo. Por ello, el cambio de orientación de la política económica en nuestro país debería ser inminente. España tiene margen de sobra para ello, empezando implementar una política fiscal acorde con la que debería tener un país avanzado (aumento de la progresividad del sistema, recuperación de figuras tributarias eliminadas, aumento del IVA de los bienes de lujo, etc.), que ayudaría no sólo a mejorar las actuaciones de las administraciones públicas en servicios sociales (educación y sanidad, por ejemplo), sino que permitiría aumentar en gran medida los estímulos económicos que nuestro país necesita para salir de la atonía que muestra la actividad económica, y serviría, de paso, para reducir el déficit que tanto preocupa en Bruselas. Por otra parte, es importante recordar que la actividad económica española está basada principalmente en la demanda interna, es decir, en el papel que juega el consumo y la inversión. Resulta, por lo tanto, imprescindible asegurase un reparto de las rentas equilibrado y justo, algo que a día de hoy y en vista de los datos que se han publicado hoy, no se está produciendo. Así, mientras que la remuneración a los asalariados continúan cayendo, pasando de tener una participación en la distribución de la renta del 48,1% en el tercer trimestre de 2010 a un 46,4% en el mismo periodo de 2011, los excedentes brutos de explotación, formados principalmente por beneficios empresariales, continúan creciendo, pasando de participar en el reparto de las rentas en un 43,6% en el tercer trimestre de 2010 a un 45% un año después. Mientras esta situación no cambie y los trabajadores sigan pagando en exclusiva el coste de la crisis, los niveles de consumo e inversión no mejorarán y nos veremos abocados a una continua paralización de la actividad económica. En definitiva, desde UGT consideramos que el fin último de la política económica de un gobierno, ya sea de ámbito nacional o europeo no debe ser otro que el crecimiento económico, sostenido, duradero y equilibrado, que habría que compatibilizar con el mantenimiento de los derechos laborales de los trabajadores y con el mantenimiento del Estado Social Europeo, verdadero signo distintivo de los países que forman la Unión Europea. Los continuos datos económicos que vemos diariamente publicados no hacen más que mostrarnos lo erróneo de las políticas que se están llevando a cabo tanto en el seno de la Unión Europea como en las Administraciones Públicas españolas, marcadas por los recortes y la austeridad, que lejos de llevarnos a la recuperación, nos están hundiendo aún más.