Domingo, 24 de Noviembre 2024
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Pais Vasco PNV Titulo: Ausencias crecientes. Texto: El entorno mediático de la derecha española festeja, hoy, con ponderada satisfacción, el discurso patriótico con el que José Bono adornó la celebración oficial del 33º aniversario de la Constitución española de 1978. Según refieren las crónicas, su alocución arrancó con un contundente, hoy es fiesta nacional de España, y apeló reiteradas veces a una unidad que, a su juicio, debería hacerse efectiva en los tiempos que corren, por encima de las diferencias ideológicas que separan a los partidos políticos. Una suerte de unidad espiritual que recordaba demasiado a la de los hombres y las tierras de España que el punto IV de la Ley de los Principios del Movimiento Nacional elevaba a la categoría de intangible. En la prensa conservadora hay comentarios que califican la disertación de irreprochable. Y tampoco faltan quienes se muestran gratamente sorprendidos -otra cosa es que lo estén de verdad- por el hecho de que una voz socialista sea capaz de vibrar públicamente en tan encendida clave patriótica. En cualquier caso, la impresión que transmiten los cronistas y columnistas es, en general, grata y positiva. Nada tengo que objetar a todo ello, evidentemente. Ni al discurso, ni a las glosas. Soy respetuoso con la libertad de expresión y, además, siempre resulta interesante ver a los no-nacionalistas celebrando sus hitos e iconos nacionales. Hay, sin embargo, un aspecto de lo ocurrido que no puedo dejar de observar. En la mayoría de los casos, el aplauso a Bono va acompañado de severos reproches a los que no participamos en la fiesta. Pero tengo para mí que, en lugar de recriminaciones, les vendría bien formular una reflexión autocrítica. Este año, las ausencias han sido más numerosas que nunca. Y no me refiero a las de los presidentes autonómicos que, como Patxi López, han preferido aprovechar el puente e irse de vacaciones, no. Estoy pensando en las ausencias conscientes y deliberadas, que no han querido participar en la celebración del 6 de diciembre, porque consideran que ese día no tienen nada que celebrar. Al listado habitual de formaciones políticas que nunca asistemos a los actos oficiales organizados por el Congreso para conmemorar el aniversario de la Carta Magna, se han sumado, este año, otras dos siglas: CiU e IU. CiU siempre se ha declarado favorable a la norma fundamental. Participó en los trabajos de la ponencia constitucional, a través del diputado Miquel Roca Junyent, y pidió el voto favorable en el referéndum convocado para su ratificación. Nunca ha dejado de significarse como un partido constitucionalista. Hoy, sin embargo, considera que se le ha excluido del marco consensuado que en su día alumbró la Constitución. Ya lo anticiparon el año pasado con ocasión de la sentencia del TC sobre el Estatut de Catalunya (véase, el post titulado Siete años después la Constitución ya no es lo que era, que publiqué en este blog el 02.08.10) . Pero este año pueden alegar, además, el pacto bilateral, sólo abierto a la adhesión incondicional, que el PSOE y el PP suscribieron urgentemente en agosto para la reforma de la Carta Magna. También entonces manifestaron sentirse excluidos del consenso. Algo similar ocurre con IU. Ha pasado de reivindicar el legado del comunista Jordi Sole Tura en la ponencia constitucional, a ausentarse abiertamente de la celebración del 6 de diciembre, reprochando a los socialistas y a los populares el uso sectario y excluyente que están haciendo de la norma fundamental. Las palabras que Cayo Lara pronunció ayer fueron muy claras: Hoy no hay nada que celebrar [...] Los que han roto el pacto de 1978 festejan lo que violan cada día. Fuimos 45, si las cuentas no me fallan, los diputados que ayer nos ausentamos de la celebración del 33º aniversario de la Constitución. Casi el 13% del hemiciclo. Nunca antes se habían producido tantas y tan sonadas ausencias. Por eso sorprende que los glosadores del festejo pongan el acento en la intensidad del tono patriótico que inspiró el discurso de Bono. En el autobús se ensalzó más que nunca la patria y su unidad, pero nunca antes había ido tan vacío. Cuantos más se elevan los decibelios del grito patriotico, más son los que se apean del vehículo.