Domingo, 24 de Noviembre 2024
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Pais Vasco PNV Titulo: LAS MEMORIAS DEL COMANDANTE DEL KIRlKlÑO VISTAS POR SU HIJA. Texto: Reproduzco la presentación del libro No Busqué el Exilio del Comandante del Batallón Kirikiño, Francisco Gorritxo. Es una muy buena presentación la hecha por su hija. En ella me alude a cuenta de unas fotografías que al parecer nunca aparecieron. Y se edita una relación de las fotos perdidas y una carta que me dirigió en 1991 aludiendo a la Fundación Sabino Arana y a Iñigo Camino. Recuerdo poco de ésta cuestión. Estaba en ese año en Madrid y había dejado le relación con las Comunidades y la Oficina de Prensa del Partido desde 1980 y quizás esto pueda referirse a los cuatro años transcurridos desde la muerte del dictador. Si recuerdo que me pedía reiteradamente las irudia y que yo le decía que no sabía de qué hablaba pues jamás tuve nunca una fotografía en mis manos de Gorritxo. A mí estas cosas me queman en la mano y no paso un segundo sin editarlas, divulgarlas, hacer que se conozcan. No soy coleccionista de hechos históricos, sino en todo caso su divulgador y lamento que estas fotos nunca aparecieran. ¿No será que se confundiría con Andoni Monforte que tengo alguna idea anduvo con él?. No sé. Pero el caso es que en este libro y con razón, se supura por la herida. Y es lo único que sé. He aquí la presentación del libro por parte de su hija: No busqué el exilio, las Memorias de Francisco de Gorritxo, Pacho para los amigos, el Comandante Gorritxo para los gudaris, el vasco Gorricho, para los que le conocieron en Argentina, mi querido padre, me sorprendieron por lo que narraba, pues siempre mantuvo su pasado en un silencio protector. Cuando falleció las volví a leer, con todo el dolor que ello conlleva, pues era oírle, con sus dichos y su energía desbordante, con su inquietud, su curiosidad y su compromiso por lo que consideraba justo, inalterable. La suya fue una vida rica y fructífera, con una pasión que no cabe en estas Memorias. Fue entonces cuando comencé a comprender el gran valor que tenían. Todas las veces que leo o me enfrasco en alguno de los hechos que aquí narra, viajo con él. Detrás del exilio hay una historia personal, y todas esas historias tienen algo en común: la incomprensión por el desconocimiento. Hasta hace bien poco las relaciones familiares se mantenían vivas mediante las cartas, aunque en el caso de los exiliados y sus familias, unos y otros apenas trasmitían la realidad de lo que vivían. Las expectativas que jamás se cumplieron, ya sea del que se marchó como del que se queda, se fueron desvaneciendo: la mejoría de uno implicaba la de todo el grupo. La esperanza, el sostén para el exiliado, acalló los fracasos, y los sufrimientos fueron vividos en soledad. Pero estaba la Voluntad, que se convirtió en la mejor arma contra la destrucción de los ideales, de la Patria, de uno mismo. No buscó el exilio, y a pesar del profundo dolor por la pérdida de todo lo que amó, Gorritxo, como tantos otros, siguió adelante. Defendió a su Patria con lo único que tenía: su vida, sin importarle nada más que sus gudaris, su familia, sus amigos. Le importaban las personas, y porque también se respetaba, mantenía su palabra. Amaba los montes y los ríos de una geografía hermosa pero inimaginablemente dura en el invierno de la guerra. A falta de material para combatir, cargaron su inexperiencia con un valor y una voluntad irreductibles que encoge el corazón. Consiguieron abrigo en el calor de una verdadera camaradería. Se ampararon en la bendita niebla, aunque muchas veces les mostraba con su frialdad, que también podía traicionarles. Me sigue llenando de congoja los relatos de la impotencia ante el salvaje enemigo, y por encima de todo, la inocencia de los gudaris y su Fe. Da rabia saber que hubo muchos que, desde sus puestos de mando, no estuvieron a la altura de las circunstancias, o que no cumplieron con la responsabilidad que habían asumido. Todo sin apuro, sin ahogos. A su tiempo, decía mi madre en su carta del domingo 17 de abril de 1994. Pero han pasado veinticinco años desde que mi aita escribiera la Segunda Parte de sus Memorias. En todos esos años hubo varias promesas de publicación por parte de personas que tenían capacidad para hacerlo, pero lo que sucedió fue el inexplicable extravío de su documentación personal, el uso de sus escritos sin su consentimiento, o en el mejor de los casos, que le dieran largas. Gorritxo perdió la confianza en que su trabajo viera la luz, pero nunca titubeó en su forma de actuar a lo largo de su vida: la buena fe y la honestidad guiaron sus pasos. Como él mismo dice: Si las balas, los cañonazos y los fatídicos bombardeos aéreos que hube de soportar no terminaron con mi físico, era señal inequívoca que debía seguir la inicial línea trazada. Es la perseverancia vasca. Retomé pues el proyecto de publicar sus Memorias con la aprobación de mi madre, quien decía en aquella carta: Me quedo tranquila con lo referente a la publicación del libro No busqué el exilio, que lo mamé aquí, en el comedor diario, donde todos los días se metía varias horas ya sea en borrador, primero y en limpio después, pues la máquina y sus dátiles volaban. Es bueno que se oigan todas las campanas y más de quien vivió tan intensamente lo que le cupo protagonizar. Desde arriba nos está observando para ver qué actitudes tomamos sus deudos. (...) ¡Qué se puede hacer más de lo que se hizo! Sólo esto de llevar adelante su obra. Y como sé que sos de las que no aflojan, digna hija de tu padre, no tengo dudas al respecto. La trascripción del original, mecanografiado, no fue fácil: constantemente me tropezaba con términos, personajes, hechos y lugares que desconocía. Sobre algunas de las correcciones hechas a mano, no puedo establecer la autoría, pero sí sé que no es letra de mi aita, por lo que las he obviado. Aunque la Primera Parte, finalizada en septiembre de 1980, acaba con el capítulo que trata del Informe que Gorritxo realizó y entregó a pedido de los máximos dirigentes del P.N.V. [..] el 23 de Marzo de 1938, en Villa Endara, Baiona, en la Segunda Parte vuelve a ubicarse en Bilbao, ahora en situación de escondido. Supongo que el incluir dicho Informe en la Primera Parte fue el resultado de pensar que sus Memorias acabarían allí, con dicho documento, pero la insistencia de allegados y personas que conocían su trayectoria dieron lugar a que continuara tecleando sus vivencias. De otra parte, me he permitido algunas licencias en lo que a la estructura de No busqué el exilio se refiere, como es el crear un capítulo para algunos de los hechos cuya envergadura así lo requerían. Una aclaración que corresponde haga: he mantenido el nombre de Euzkadi a lo largo de las Memorias, pues fue el que adoptó el País Vasco durante la II República, por lo que en mi humilde opinión no debía ponerlo ni en cursiva ni debía cambiarlo por su actual grana con s. También he mantenido todos los nombres propios y los términos en euskera, estén bien o mal escritos. La brevedad de algunos capítulos es una de las cuestiones difíciles de resolver, pero como todos hacen referencia a un hecho o unas circunstancias trascendentales para Gorritxo, los he mantenido, respetando su individualidad. Incluir un índice onomástico surgió a lo largo del trabajo de corrección, porque las mismas Memorias lo exigían. Este índice fue el resultado de una criba del índice temático y de otro listado, Los lugares de las Memorias, los cuales creé para facilitarme la comprensión y búsqueda, pero que no forman parte de este libro. Las notas a pie, por la extensión de la mayoría de ellas, preferí incluirlas en el texto, con lo que agilizaba la lectura considerablemente. Pero fue todo un reto intentar mantener el rico vocabulario de mi padre, pues su escritura, como su lenguaje, era exuberante, dando como resultado frases extensas que despistan al lector, por lo que tuve que resumir muchas de ellas. Así y todo, considero que el texto mantiene su frescura, a pesar de lo difícil que me resultó comprender aquellos párrafos con una carga emocional tremenda, fundamentalmente porque a mi padre le resultaba dificilísimo expresar sus sentimientos con palabras (que no con hechos), entre ellos la despedida de su padre cuando va a la guerra, posteriormente la salida hacia Iparralde, o el silencio de su madre cuando regresa a Bilbao después de quince años de ausencia. Con respecto a los documentos y fotos que aquí se incluyen, me he tomado la libertad de agregar algunos recientes, tanto de Argentina como de Chile y Euzkadi. En el caso de las fotos el tema ha sido peliagudo: el texto lo he mantenido tal cual en donde Gorritxo aclara que hay foto, aclarando cuando tal hecho queda en suspenso pues es debido a causas de fuerza mayor. En los casos en que sí están las fotos, he incluido la referencia con la numeración que mi aita les dio. Y esto merece una aclaración: en la carta de febrero de 1986 dirigida al señor Iñaki Anasagasti, Gorritxo expone una lista de 39 fotos, perfectamente descritas, de las cuales ocho corresponden a la Primera Parte; el resto a la Segunda. Del grupo de las ocho todas están desaparecidas por algún insólito hecho que ni Gorritxo ni yo hemos podido saber. Por lo tanto, la única foto correspondiente a la Primera Parte es la que me hiciera llegar la señora Rosa Arrieta, en las que aparecen su padre y el mío en el frente, junto a un hermano de Pablo Beldarrain y a Sabin Apraiz. En cuanto a las treinta y una fotos que acompañaban a la Segunda Parte de este listado, tampoco aparecieron. Gorritxo nunca logró que alguien le dijera a dónde habían ido a parar. La pérdida de todo este material, de un valor personal tremendo a la par que histórico, le ocasionó un gran disgusto, más siendo una persona tan cuidadosa y respetuosa como era él. Pero en el caso de la Segunda Parte he tenido la suerte de recuperar, con paciencia y revolviendo mucho, la totalidad de las fotos que figuran en el listado que Gorritxo enviara al señor Etxaniz Makazaga el 26 de Octubre de 1991, con sus habituales detalles y aclaraciones, siempre con la ilusión de que No busqué el exilio fuera publicado. De ese total de quince fotos he incluido doce, conservando el orden que les dio Gorritxo. A partir de ahí he ido agregando aquellas que tenían relación con los eventos mencionados en las Memorias. Algunas fotos poseían algún tipo de referencia en la parte posterior (fechas, firmas...) y en otros casos, al carecer de esta ayuda, he intentado situarlas ubicando a los personajes mediante consultas a mi madre, en libros o periódicos, en Internet, y a un montón de personas de lo más variado, lo cual me fue llevando a temas insospechados, pendientes de resolver. ¡Toda una aventura!. El incluir algunas cartas de entre la abundante correspondencia que Gorritxo mantuvo a lo largo de su vida con infinidad de personas de diferentes países, está motivado en la necesidad de aclarar algunas cuestiones que afectaron no solamente a mi padre sino a muchos gudaris y no gudaris que creyeron y fueron engañados. Si no lo hiciera, estos hechos seguirían tapados y probablemente acabarían perdiéndose, como sigue siendo tan habitual, y olvidados al fin por el paso del tiempo. Es mi deuda continuar con esta tarea, más aún cuando durante mi búsqueda de documentación, me llevo la gran sorpresa de tropezarme con algo totalmente inesperado: en la Basque Library de Reno, Nevada, U.S.A., existe el Francisco Gorritxo's archive, adquirido en 1999 en Bilbao, lo cual no es sino una muestra de que la documentación existe. En algún sitio está. En todo caso, ten­go que agradecer a Donnelyn Curtís, encargada de la documentación, por su atención y su resumida opinión: ¡Su padre debe haber sido un hombre verdaderamente interesante!. He creído conveniente agregar parte de la bibliografía consultada, ya que algunas de las fuentes contienen datos recabados por Gorritxo sobre su actuación durante la Guerra de 1936-37 en Euzkadi, por lo que son en sí documentos que refuerzan el texto de las Memorias. Otras fuentes están ligadas a cuestiones que la misma lectura me fue planteando, entre ellas el sentimiento nacionalista en la sociedad española (y no solo española) de las primeras décadas del siglo XX, la actitud de los gobiernos que recibían a los exiliados y la relación de estos con las comunidades en las que se integraban. Aunque la guerra incivil, como él la llamaba, le obligó a dejar su Euzkadi adorada, ya nunca pudo volver a vivir en su Patria: la vida le llevó por caminos insospechados. Pero era tal su espíritu, decidido, sencillo, ingenuo, abierto pero por sobre todas las cosas, honesto y bueno, que supo crearse un espacio en el corazón de todos los que le conocieron. Vivió con ideales, con la convicción de actuar de manera honesta, por una causa justa: esa era la energía que alimentaba su voluntad inquebrantable. Y ese es el ejemplo que nos dejó a quienes le conocimos y seguimos queriendo. Al igual que tantos gudaris que lo sacrificaron todo por Euskadi, dejó el listón muy alto Y ese reto lo tenemos que superar los que en este mundo seguimos para que nada haya sido en balde. En la última carta que recibí de mi aita, escrita por él y por mi ama, en unas breves líneas en euskera que mi hija Orzuri tradujo para nosotros, mi padre decía: Soy amigo del Señor y andamos bien; entonces qué más. Muchos besos para todos. Agur. Aita. Gorritxo volvió a Euzkadi después de fallecer. No fue nada oficial. Como dice él en algún pasaje de sus Memorias, escapa a los papeleos, y este último viaje fue así, sin documentos. Y libre quedó su espíritu en las hermosas tierras de su venerado Sabino, en Sukarrieta, como así quiso. Mª. Begoña Gorritxo Korta