Domingo, 24 de Noviembre 2024
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Pais Vasco PNV Titulo: Sobre el lío montado en torno a la senda de déficit. Texto: Alguien ha dicho, recientemente, que el proceso de consolidación fiscal que Europa ha diseñado para el Estado español España es matemáticamente posible, pero políticamente imposible. Y tengo para mí que la reflexión tiene mucho de cierta. Como el papel lo aguanta todo, nada cuesta hacer que las cuentas públicas correspondientes a 2012 cuadren -tal y como la UE tenía previsto hasta anteayer- con un déficit del 4,4% del PIB y las del 2013 con un 3%. Pero trasladar ese esquema financiero a la realidad es, ya, otra cosa. Es algo que cuesta un poco más, porque exige aplicar ajustes y recortes de tal magnitud, que ningún político en sus cabales podría asumir. Si de lo que se trata es de sacar pecho y hacer planteamientos formalmente ambiciosos, con independencia de que sean realistas o no lo sean, lo mejor que podemos hacer es cerrar los ojos, fijar para este año un objetivo de déficit del 0% y que salga el sol por Antequera. ¿Para qué conformarnos -si se me permite la ironía- con una senda escalonada, que contempla un 4,4% para este año y un 3% para el año que viene, si podemos saltar directamente al 0%? Ahora bien, si de lo que se trata es de actuar con prudencia y cordura, avanzando en la austeridad -sí- pero no con un ritmo que haga desmantelar el modelo social y reventar el sistema por los cuatro costados, entonces es preferible fijarse objetivos equilibrados y realistas y, defenderlos con tenacidad hasta sus últimas consecuencias. Entiéndaseme: no estoy hablando de abandonar Europa para expresar nuestra desacuerdo con la política de exclusiva austeridad que emanda de sus máximas instituciones. Sólo estoy hablando de trabajar con objetivos que sean realistas y posibles. Políticamente posibles; no matemáticamente posibles. Y no me parece políticamente posible una senda de déficit que en un solo año nos lleve de un 8,5% -con el que parece que se liquida defintivamente el presupuesto de 2011- a un 4,4%. 4,1 puntos de déficit en un solo ejercicio, es una barbaridad. Ayer, martes, el pleno de la cámara aprobó un objetivo de estabilidad presupuestaria que sitúa el déficit para 2012 en el 5,8%. No supone un alivio. Reducir el déficit del 8,5% al 5,8% del PIB a lo largo de este año, es algo más llevadero y asumible que pasar directamente al 4,4%. Pero aún así, el cumplimiento del objetivo formalmente aprobado por el Congreso exigiría un esfuerzo inmenso; ciclópeo. Devastador para la economía y las prestaciones sociales, si se tiene en cuenta que el crecimiento previsto para este año es negativo. Durante 2011, con un crecimiento del 0,7%, el déficit se redujo en menos de un punto, pero a todos nos quedó la sensación de que se habían practicado ajustes demoledores. Pues bien, no resulta difícil de imaginar lo que supondría saltar del 8,5% al 5,8% en un solo año -y en un año que, además, es de recesión. Supondría una sangría literalmente insoportable para las expectativas de la economía y de los ciudadanos. Y si a ello añadimos el hecho que, dentro de seis meses -en septiembre de este mismo año- el Gobierno habrá de remitir a la cámara un nuevo presupuesto en el que se tendrá que contemplar un salto adicional en el déficit que nos lleve del 5,8% al 3%, se puede afirmar, en términos ciclistas, que la ruta que se nos propone es muy-muy-muy exigente. Es una ruta Xtrem. Se nos emplaza a escalar un puerto de 2,7% de déficit en la etapa de este año y otro de 2,8% en la etapa del año que viene. Es decir, un déficit total de 5,5% en tan solo dos etapas. Matemáticamente, esto es posible, no lo dudo. Pero políticamente -insisto- no lo es. Tampoco esto lo dudo. El lunes por la noche supimos que el Eurogrupo parece dispuesto a rebajar el objetivo de déficit para este año del 5,8% al 5,3%. Medio punto. No está mal. Todo el mundo parece aliviado por lo que se nos ha vendido como un extraordinario logro negociador del Gobierno. Lo que no se nos ha dicho tan claramente es que, como los objetivos que se habían fijado para el conjunto de la ruta no han experimentado cambio alguno, lo que no ascendamos en la etapa de este año, tendremos que hacerlo en la del año que viene. Porque el baile de cifras al que asistimos no debe llevarnos a la confusión. Tras la reunión del lunes, Europa nos sigue exigiendo exactamente lo mismo que antes de la misma: escalar un total de 5,5% puntos de déficit en solo dos etapas. Esto es lo realmente importante. Y dentro de ese marco, no creo, francamente, que haya mucha diferencia entre escalar un 4,1% este año y un 1,4% el que viene, o escalar 3,2% este año y 2,3% el año que viene. Podremos cargar la primera etapa o la segunda. Pero el esfuerzo global no experimenta cambio alguno, porque tanto el objetivo último como el tiempo del que dispongamos para alcanzarlo, seguirán siendo los mismos. Se me podrá objetar que el Gobierno prefiere atenuar el esfuerzo presupuestario de este año -que será de recesión- porque confía en que el año que viene la economía crecerá y permitirá plantearse objetivos de déficit más ambiciosos. Pero me parece excesivamente ingenuo planificar el proceso de consolidación fiscal en función de expectativas y contingencias tan imponderables como la de un crecimiento futuro que, en este momento, sería iluso defender. No acabo de ver, pues, el sentido de la transacción que el Gobierno ha alcanzado con el Eurogrupo. Algo no cuadra. La música oficial me suena a la tonadilla de un encantador de serpientes. A no ser, claro está, que la hoja de ruta con la que trabaja el Ejecutivo, contemple una segunda ofensiva diplomático-propagandística orientada lograr a que, en los próximos meses, la UE autorice que la meta final, el déficit del 3%, haya de alcanzarse en tres, cuatro, cinco o más etapas y no en dos, como estaba establecido ahora. Pero eso, no lo sabremos hasta el año que viene. Ya se verá. Un amigo, reconocido economista, me asegura que las cifras oficiales que se manejan estos días, no se cumplirán: ni el la del 4,4%, ni la del 5,3%, ni tampoco la del 5,8%. Ninguna de ellas -me asegura- se sitúa en el terreno de lo posible. De lo políticamente posible, vuelvo a anotar. Si somos capaces de rebajar el déficit en un punto o en punto y medio -añade- será todo un éxito. Llegaremos, como mucho, al 7%. El problema -me atrevo a agregar- es que, ni aun así podremos evitar severos recortes y rigurosos ajustes.